Lo conseguimos ...

La verdad es que hubiera preferido terminar esta travesia con alguno de esos dias frios y antipaticos como los recientemente pasados, en lugar de con estos dias tan magnificos y agradables con los que la estamos acabando. De esta forma sería menor la nostalgia del final de la aventura.

De cualquier forma, ahora que termina, podemos todos decir ¡lo logramos!

Y este logro no ha sido fruto de la casualidad ni de la suerte, aunque bien es cierto que tampoco la tuvimos en contra. Ha sido el resultado de una firme voluntad de todos por conseguirlo, de una exhaustiva preparación durante meses y de la reunión de un conjunto de carácteres muy distintos, pero que han sabido complementarse para poner lo mejor de cada uno en el objetivo común de llegar al otro lado sin mayores incidentes y disfrutando de la travesia ...

Ahora ya solo nos queda la emoción de haberlo hecho y el recuerdo de nuestras vivencias. La emoción, más efímera, nos durará poco, pero su recuerdo nos acompañará toda la vida.

En cuanto a las vivencias de estos 24 dias, es realmente difícil resumirlas en unas líneas, pero si tuviera que intentarlo, las agruparía en tres tipos: las de nuestro espacio vital proximo, las de nuestro entorno infinito, y las del otro mundo.

Durante casi un mes, nuestro mundo se redujo a un húmedo y diminuto espacio de apenas 30 metros cuadrados con dos alturas. Y en ese espacio hemos tenido que convivir durante 24 dias, 24 horas al dia, 6 personas y media (a los que no conozcan a Borja, ya les aclararé quien era la persona y media...), algunas de las cuales no nos habiamos visto las caras hasta justo el momento de embarcar. Como bien decía Marta en uno de sus posts, recorridas las dos primeras millas, ya no habría forma de escapar.

Pues bien, hoy podemos decir que, incluso en los momentos mas complicados, hemos conseguido mantener un ambiente de camaradería y de buen humor envidiables. El reparto de tareas ha sido acertado y su cumplimiento por cada uno de los repartidos, equilibrado. La disciplina a la hora de ejecutar las tareas, absoluta, y solo en ocasiones algunos hemos cometido la torpeza de dejarnos abierto el "ziplock" de las galletas o apoyado el cafe en la banda de barlovento... Nada que una docena de merecidos latigazos, una vez atado al palo mayor, no solventase.

Claro que para todo hay excepciones y, aunque nunca lo dijimos, sabiamos que Luis y Borja, durante su guardia nocturna, acostumbraban a darle 10 euros al piloto automático y se bajaban al salón a jugar a las cartas y a comerse el lomo ...

Durante toda la travesía no se ha escuchado una voz más alta que otra, si no era en tono de carcajada, y las situaciones difíciles, que también las ha habido, se han resuelto en tono de humor o con una elegante ironía. No cabe ninguna duda que este "buen rollito" ha sido un factor fundamental para el éxito de la travesía.

La cocina, magistralmente ejecutada por Luis y Juan, ha contribuido sobremanera al feliz ambiente de a bordo. Jose y Pablo, que embarcaron como grumetes, han conseguido en esta travesía la titulación de pilotos de primera.

De Marta, mi compañera de guardias, que tanta compañía me hizo durante las mismas, no voy a decir nada, porque este blog ya lo dice todo de ella.

Las tertulias, frecuentes y los temas interesantes. Mi frustración: no haber conseguido que nadie haya aprendido un "apimo" de navegacion astronómica, salvo Luis, que simulaba interés por las estrellas y preguntaba frecuentemente por la situacion de la constelación de las "Plebeyas" (!) ...

Al final, de tanto bueno y poco malo compartido, queda un grupo de buenos amigos que han disfrutado de una experiencia inolvidable y que darían juntos la vuelta al mundo.

En cuanto al entorno de agua, luz y oscuridad infinitas que a diario nos envolvían, quiero destacar el indescriptible contraste entre las noches y los dias en el Atlántico. Las oscuras noches, algunas verdaderamente feroces, pero tan magníficas de estrellas, con un Júpiter, tan espectacular en estos dias que parece que él solo ilumina toda la Via Láctea, nos encogen y nos hacen sentirnos insignificantes. Los días, llenos de luz y de una inmensidad de agua, con sus peces voladores, sus delfines jugueteando con el barco, con nuestro pájaro, ... y con Borja asomando su gaita por el tambucho, nos hacían sentirnos unos privilegiados al poder compartir tantas cosas extraordinarias. De los amaneceres, atardeceres y crepúsculos que los acompañaban fueron tantos, tan distintos y tan asombrosos, que necesitaría otra tarvesía para describirlos.

Y por último, el mundo exterior. Sin ninguna duda este viaje no hubiera sido el mismo sin el aliento constante de todos los que desde ambos lados del Océano (e incluso algunos desde dentro) nos habeis acompañado con continuos y simpáticos mensajes de ánimo y de cariño. No imagináis el tremendo efecto positivo que en nuestro ánimo ha provocado. De alguna manera hemos hecho juntos la travesía. Siempre consideramos genial la idea de Marta de poner en un blog las anécdotas del viaje, pensando fundamentalmente en la tranquilidad de nuestros familiares y amigos más próximos. La verdad es que lo ha hecho estupendamente y hay que felicitarla por ello. Pero lo que nunca sospechamos fue el retorno de esa iniciativa, que nos hacía esperar ansiosos la llegada del cartero ... Muchas gracias a todos vosotros por tan extraordinario apoyo que tanto nos ha acompañado. También con vosotros daríamos la vuelta al mundo.

Y ahora siguiendo el formato de anteriores posts:

Lo mejor del viaje: haber estado tan acompañado de gente de fuera, en mitad de soledad tan infinita.
Lo peor: el maldito escalón del tambucho, donde todos nos dejábamos las espinillas al entrar y salir de la cabina.
Lo que recomendaria a otro: que nunca contrate con Iridium las comunicaciones de su barco.
Lo que he echado de menos a bordo: el trabajo de la ofi (esto es por si lo lee mi jefe …)
Lo que cambiarias: la escora, que siempre pilla del lado malo.
Repetirías? Sí, si Friqui me volviera a dar permiso. Pero en dirección contraria.

Y finalmente quiero agradecer a toda la tripulacion (Marta, Jose, Pablo, Luis, Juan y Borja) su compañía, ánimos y buen humor. Y especialmente al Capi de esta expedición, que en todo momento ha hecho, desde su castillo de popa, uso moderado de su silbato de ordenanzas. Siempre ponía la guinda a las maniobras con un grito de "Muy bien, equipo" Pero su mérito fundamental ha sido el haber confiado esta aventura a esta tripulación, en la que no solo arriesgaba su barco, sino que nos confiaba a la mitad de su familia. Esperamos no haberle defraudado. Gracias Capi.

Pepe

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